
PASTORAL DE JÓVENES
EN UNA PARROQUIA DE CIUDAD

A MODO DE PRESENTACIÓN
Plantear la pastoral
de jóvenes es una cuestión siempre delicada y, al mismo
tiempo, desafiante. La complejidad que encierra el universo juvenil se
acentúa en cada planteamiento pastoral y evangelizador que hacemos
desde las diversas instancias eclesiales. Son muchas las preguntas y pocos
los caminos que nos vayan descubriendo horizontes en esta tarea urgente
de plantear una “sementera de Evangelio” en los jóvenes
de nuestros barrios y comunidades parroquiales.
Hay un desafecto juvenil que tiene su reflejo en la ausencia cada vez
más generalizada de los jóvenes en los ámbitos de
la Iglesia. ¿Cuál es el origen de este progresivo alejamiento,
de esta incomunicación cada vez más sentida? ¿De
quién es la responsabilidad: de la Iglesia jerárquica; de
la manera en que la comunidad cristiana vive su religiosidad; de la indolencia
juvenil…? La complejidad de las preguntas hará complejas
las respuestas.
Asumiendo como adultos la responsabilidad que nos corresponde a los que
formamos parte de cada una de nuestras comunidades cristianas, ¿no
será que nuestros procesos catecumenales y de socialización
eclesial apenas han logrado provocar en los jóvenes experiencias
que fundamenten su fe y su compromiso? ¿Hemos logrado una real
“evangelización” de los adolescentes y jóvenes?
Constatamos que cientos de preadolescentes han pasado por el proceso de
la Confirmación; pero sus resultados pueden ser calificados como
paradójicos o, al menos, como muy diversificados. Por un lado,
los muchachos y muchachas “asisten” a la catequesis de confirmación
y, por otro, el “objetivo pastoral” sería el paso del
catecumenado juvenil a la inserción eclesial de jóvenes.
En algunos casos así ha sido, pero en la mayoría lo que
se constata es la desbandada general. Y por todo esto nos podemos preguntar…..
¿Qué hemos hecho? ¿Qué vamos hacer? ¿Cuál
es el papel que estamos llamados a jugar como comunidad cristiana para
convertir este tiempo inclemente en oportunidad?
Sin pretender dar recetas, las siguientes líneas sólo tienen
la pretensión de invitar a la reflexión seria sobre la problemática
de la pastoral de jóvenes en nuestras parroquias y aportar algunas
pistas de cara a responder a los desafíos de este campo pastoral.
I.- MUCHAS PREGUNTAS …………..
Son muchas las cuestiones
que los evangelizadores y educadores de la fe de los jóvenes hemos
de hacer, antes de empezar a repartir culpas y responsabilidades. ¿Cómo
nos situamos y reaccionamos ante la precaria situación religiosa
actual de los jóvenes y, en general, de la sociedad? ¿La
aceptamos pasivamente? ¿Respondemos con actitudes defensivas, temerosas,
resignadas? ¿Las analizamos y reflexionamos cuidadosamente? En
estos momentos, para nosotros concretamente, ¿los jóvenes
son un problema o un desafío? ¿Se alejan o/y nos alejamos?
¿Nos hemos parado a pensar en los puntos flacos de nuestro servicio
pastoral? ¿Somos capaces de ofrecer un verdadero itinerario de
educación en la fe? ¿Seguimos y acompañamos los procesos
personales?.
Muchos interrogantes que pueden suscitar nuevas actitudes, nuevos lenguajes,
nuevas acciones; que nos orientan a una mayor atención a la persona,
a la capacidad de escucha, acogida y confianza,,al testimonio y proyección
evangélica, a una propuesta más audaz y decidida del Reino
de Dios. Toda la comunidad cristiana tiene que interrogarse constantemente
en su acción pastoral si “es más o menos apta para
anunciar el evangelio y para insertarlo en el corazón del hombre
con convicción, libertad de espíritu y eficacia” (EN
4). Enraizar la fe en la cultura, anunciar el evangelio a los jóvenes
en medio de una sociedad fragmentada y plural, este es el reto.
II.- DESAFÍOS A
NUESTRO QUEHACER PASTORAL
El camino pastoral
con los jóvenes reclama una profunda y coherente reconstrucción
(humanizadora) de la fe y de la práctica religiosa y pasa por salir
al encuentro de los jóvenes – no simplemente esperarlos o
“estar a verlos venir” -, por compartir con ellos y ellas
tiempos, espacios y vida. El tiempo de la vida cotidiana, en el espacio
privilegiado de la escuela; el tiempo libre, tiempo de calle y -¡ojalá!-
el centro juvenil como espacios imprescindibles para provocar, urgir y
presentar el mensaje del Evangelio.
La parroquia debe ser una comunidad que ayude a comprender las preguntas
vitales y lanzarlas más allá de las pequeñas y cómodas
respuestas de un “Evangelio simplificado”, rebajado o de corte
meramente ritualista. Parroquia, por consiguiente, como comunidad cálida,
abierta, comprometida y misionera; con radicalidad evangélica y
profética donde los jóvenes asuman un papel importante de
servicio y donde su voz y sus propuestas sean escuchadas y valoradas.
Una comunidad donde la diversidad de edades sean un elemento dinamizador
e integrador. Una comunidad celebrativa, orante y samaritana en la que
el servicio a los más desfavorecidos ocupa un lugar predominante
en el quehacer pastoral.
III.- ALGUNAS PISTAS…..
EN MEDIO DE LA INTEMPERIE
Estamos en la época
de la comunicación interactiva, no unidimensional: escuchar, dialogar,
buscar juntos, compartir, facilitar la participación y la expresión.
Son actitudes ineludibles para que la Iglesia se convierta en un verdadero
lugar habitable. Y por ello, es necesario potenciar toda la riqueza que
encierra el cosmos juvenil y así provocar nuevas apuestas y arriesgar
un poco más en nuestros planteamientos.Las nuevas generaciones
de adolescentes y jóvenes, “hijos de la informática
y huérfanos de comunicación”, tienen nuevas necesidades
que precisan satisfacer de forma integral. Será necesario abrir
nuevos horizontes:
- Educar evangelizando y evangelizar educando: potenciando la dimensión
educativa y cultural en nuestras propuestas pastorales con los jóvenes.
Evangelizar potenciando la dimensión asociativa y social, creando
en nuestras parroquias ambientes de diversión con sentido, alternativas
frente a un ocio disgregador, voluntariado vivido en grupo y en equipo…
Potenciando experiencias de asociacionismo; integrando aquellos elementos
que dan vida al asociacionismo: teatro, música, actividades al
aire libre, fiestas…. Abriendo el asociacionismo a un voluntariado
gradual y progresivo con compromisos concretos en el campo de la solidaridad
y del trabajo con los más pobres. En la medida de lo posible apostar
por crear centros juveniles donde el deporte sea un elemento dinamizador
e integrador.
- Optar por los movimientos: que constituyen un empuje y una base imprescindible
para los procesos pastorales y evangelizadores con los jóvenes.
Trabajar por implantar los movimientos de niños y de jóvenes
es “sembrar futuro”. Para ello, es necesario, “invertir”
en educadores y animadores de pastoral juvenil priorizando su formación
pastoral .
- Del zapping al clic: una pastoral de zapping se basa en esquemas de
pruebas o ensayo a ver si resulta. El picoteo de librería para
ver si hay materiales o algo sobre…el animador/a de marcha los viernes
con unos cuantos amiguetes de los grupos de la parroquia, la peregrinación
o el servicio ocasional de Navidad a los pobres, la acampada de fin de
semana para conocernos… Todo ello facilita el zapping en busca de
algo que les valga durante una temporada o hasta el día que tengan
que irse a la universidad en Santiago o Madrid… En cambio, la pastoral
del clic se intuye como oferta de varios “campos desplegables”,
más cerrados, integrales… Se trata de que los jóvenes
encuentren formación, socialización, experiencia religiosa,
propuesta vocacional y compromiso, dentro de un todo suficientemente armónico
y estructurado.
Para concluir…..
renovar los planteamientos pastorales con los jóvenes exige en
nuestras comunidades valentía, entusiasmo, coraje, creatividad
y, sobre todo….. creer en los jóvenes y apostar decididamente
por ellos. ¿Seremos capaces? ¡Podemos discutirlo! |