BUSCADORES DE DIOS

Querida Rosa:


Cada día contemplas milagros y, además, colaboras para que sucedan. Tú misma lo dices con sencillez y simpatía. Tu trabajo en el hospital te sitúa al lado de los paralíticos que recuperan la movilidad, cuidas los cojos que comienzan a caminar, te preocupas de personas enfermas que recobran la salud y, con ella, la ilusión ante la vida.

Afirmas que tienes mucha suerte al poder entender lo que vivía Jesús cuando curaba  a las personas. Esa búsqueda de Jesús y su Reino te ha llevado a participar en asociaciones y ONGs; a compartir tus vacaciones en proyectos de solidaridad internacional; y, cómo no, a hacer de tu casa y familia una auténtica comunidad de vida y amor.

Todo desde una sencillez y disponibilidad que tiene mucho de Evangelio.


Tu vida y la de muchas personas nos recuerda que el Evangelio es una Buena Noticia hoy, pero que deja de tener sentido cuando se le aparta de la vida. Sois “buscadores de Dios”.

En vuestro camino encontráis las huellas de justicia y de amor que el Padre ha ido sembrando en las personas y en la sociedad; también encontráis los signos de sufrimiento y de dolor que hay en la humanidad y no pasáis de largo; en ese itinerario vais dejando señales de vuestro paso: alegría, esperanza, justicia y preocupación por los demás.

La búsqueda de Dios siempre nos lleva a encontrarnos con los pobres y necesitados. Es la señal que nos confirma que vamos por buen camino.
El encuentro con Dios siempre es sorprendente y novedoso.

No se pueden encerrar “las cosas de Dios” entre libros y bibliotecas, allí donde “los sabios y entendidos” las quieren dominar.

Nada más lejos del Evangelio que los ritualismos vacíos. El Dios de Jesucristo no es un señor predecible que está eternamente enojado y castiga a los malos (y a los buenos, si se descuidan, también). Por suerte, Dios es incontrolable.

Es muy sencillo para los sencillos. Es muy complejo para los complejos. Se trata de amar y dejarse amar.
Hoy nos seguimos preguntando qué significa seguir a Jesús. La respuesta nos la dan quienes empeñan su vida en conseguirlo. Muchas personas son auténticos testigos que lo muestran con toda su vida. Profesionales que ponen su trabajo al servicio de los más pobres y que contribuyen a un mundo más justo.

Ciudadanos preocupados por una sociedad en la que toda persona sea sujeto de derechos y obligaciones.

Familias que construyen su proyecto de amor vivo y dinámico. Personas que donan parte de su tiempo y de su vida en asociaciones que trabajan por el bien común desde la atención a los más débiles….¡y tantos más! No se trata de complicar la vida, se trata de amar y vivir gratuitamente porque Dios “nos ha amado primero”.


Un testigo de nuestro tiempo, D. Bonhöeffer, afirmó que “habrá un tiempo que evangelizar será callar y hacer justicia”.

Quizá hemos pronunciado demasiadas palabras sobre Dios. Su Palabra fue Jesucristo, Palabra encarnada de Amor.

La palabra más rotunda hoy y siempre son vidas entregadas que construyen un proyecto de amor auténtico y verdadero.


Como el tuyo, querida Rosa. Como el de muchos como tú.