Tercer domingo de cuaresma.

febrero

"Dame de beber" (Jn 4, 7b)

Reflexión:

El pueblo judío que camina por el desierto hacia la tierra prometida encuentra pruebas y dificultades por el camino: sienten sed. Ante esta dificultad surge la duda de la cercanía y la mano de dios sobre ellos. Nosotros también caminamos por la vida en medio de dificultades, y algunas veces entre protestas y desalientos. Sentimos una sed grande, sed de amar y ser amados, sed de perdonar y ser perdonados. ¡Hay en nuestro corazón sed de tantas cosas...! Hoy Jesús se nos presenta como el agua viva. Él , que se acerca a hablar con una pecadora pública, que cargó con los pecados de todos los hombres, nos ofrece su amor y su perdón. conociendo nuestro corazón, se ofrece como agua que salta hasta la vida eterna.

Oración:

Bendito seas Padre, por darnos esa "agua que salta hasta la vida eterna".

Tú estás entre nosotros. cuando vivimos nuestra fe con esperanza, con caridad, con palabras y obras, siendo testigos de tu presencia para que otros sacien su sed, encontrándose contigo. Así, te adoraremos en espítitu y en verdad, como Tú quieres, como tu Hijo nos ha enseñado, con la fuerza del Espíritu Santo, derrramado en nuestros corazones.