¡ CICLO CINE Y VIDA!

 

La sala del centro cultural de la diputación estaba a rebosar, la respuesta es muy positiva por parte de los participantes en este ciclo de cine....

¡¡¡La próxima proyección es el día 28 de marzo con la película "Mi nombre es Khan"!!!

 

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--------------------(Ver críticas películas a continuación)-----------------------------

 

El próximo día 30 de Noviembre damos comienzo al ciclo "Cine y Vida" que con ocasión de los 10 años del grupo scout "Axóuxere" organiza nuestra parroquia y el grupo scout. Contamos con la colaboración inestimable del Centro Cultural de la Diputación de Ourense donde se proyectarán las películas y el Obispado de Ourense.
El día 30 iniciaremos este ciclo con la película "De dioses y hombres" y antes de la proyección tendrá lugar la presentación del ciclo y la proyección de un video promocional del grupo scout "Axóuxere".
Todos los últimos miércoles de mes desde este mes de noviembre hasta el mes de marzo del año que viene ( a las 20 horas) tenemos una cita con el buen cine.

 

 

La parroquia de San Pío X y el grupo scout Axóuxere organizan el ciclo Cine y vida que llevará al Centro Cultural de la Diputación cinco películas no estrenadas en Ourense.

Las proyecciones serán a las 20.00 horas.

Así, el día 30 se verá De dioses y hombres, de Xavier Beauvois, gran premio del jurado de Cannes 2010;

el 28 de diciembre se proyectará Cartas a Dios, de Éric Emmanuel Schwitt

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Para el 25 de enero del 2012 está prevista Cartas al padre Jacob, de Klaus Haro.

El 29 de febrero estará El fin es mi principio, de Bruno Ganz y Elio Germano,

Para terminar el 28 de marzo con la proyección de Mi nombre es Khan, filme de Karan Johar.

Axóuxere celebra su décimo aniversario que incluye, el 19 de diciembre, una celebración de la Luz da Paz, que viene de belén vía Austria y Zaragoza; una conferencia, una mesa redonda sobre el scoutismo y dos fiestas, una del 20 al 22 de abril, que reunirá a 400 jóvenes gallegos, y otra prevista para el 2 de junio.

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PELÍCULA: DE DIOSES Y HOMBRES. Título original: Des hommes et des dieux. Dirección: Xavier Beauvois. País: Francia. Año: 2010. Duración: 120 min. Género: Drama. Interpretación: Lambert Wilson (Christian), Michael Lonsdale (Luc), Jacques Herlin (Amédée), Philippe Laudenbach (Célestin), Xavier Maly (Michel), Loïc Pichon (Jean-Pierre), Olivier Rabourdin   (Christophe), Jean-Marie Frin (Paul), Olivier Perrier (Bruno).

Estamos ante uno de los mejores estrenos del cine espiritual reciente. Curiosamente viene de la laica Francia y tanto en Cannes, donde obtuvo el "Gran Premio" de la última edición, como en las salas ha sido un éxito rotundo que hace pensar en el profundo deseo de Dios que nos sigue acompañando a los seres humanos.

La trágica muerte por decapitación de siete monjes trapenses del monasterio de Nuestra Señora del Atlas ocurrió casi un par de meses después de su secuestro la noche del 26 al 27 de marzo de 1996. Los llamados "Grupos Islámicos Armados" (GIA) decían en un comunicado "Les hemos cortado las gargantas a los monjes". La brutalidad de los hecho en una convulsa Argelia dió la vuelta al mundo.

La película de Xavier Beauvois afronta desde la ficción más que una reconstrucción de los hechos, una profundización en los motivos de la elección de unos hombres que enfrentan la muerte.

La presentación de las circunstancias históricas se pone al servicio del itinerario interior. La vida de los monjes en medio de un pueblo de mayoría islámica nos presenta su convivencia y vecindad en medio de la pobreza y las tensiones políticas que se abaten sobre Argelia. La cercanía y el servicio a las personas había convertido el monasterio en una presencia necesaria para el diálogo y la prevención de la violencia. Sin embargo, el avance del fundamentalismo, por una parte, y la represión policial, por otra, marcan una espiral de destrucción imparable. Pronto los monjes se ven enfrentados a una decisión radical salir para salvar la vida o permanecer asumiendo el riesgo de una muerte inminente.

Los monjes que muestra la película no son héroes de aventura. La presentación del proceso de cada uno nos descubre su humanidad, sus miedos y sus motivaciones profundas. Todos ellos son muy distintos, desde Luc (Michael Lonsdale), el médico ya curtido en mil dificultades; Célestin (Philippe Laudenbach), antiguo educador de marginados y ahora hospedero; Christophe (Olivier Rabourdin), de profesión agricultor y el más joven del grupo; Amédée (Jacques Herlin), el más anciano o Cristian (Lambert Wilson), el prior, profundo conocedor de la lengua árabe y de la religión islámica. Pero todos han de enfrentarse a una decisión compartida.

La película va introduciendo en este ejercicio de discernimiento personal y comunitario, psicológico y espiritual. Cada uno de los monjes se ha de situar personalmente y entre ellos se ayudan a ese camino de libertad. Los dinamismos psicológicos se abren a la dimensión espiritual. Más allá de la inconsciencia, la superficialidad fanática o el imperativo colectivo cada uno será el mismo ante el mundo que quiere construir y el Dios en el que cree. Los motivos para salir son muy sensatos. Los motivos para quedarse son la fidelidad a sus amigos argelinos y la convicción en que Dios sembrará la reconciliación.

La decisión de permanecer les sitúa ante su misión como comunidad monástica, en este caso no solo puestos entre Dios y los hombres sino también entre dos mundos religiosos y culturales como puentes entre dos orillas. El director sabe entrar en las cuestiones profundas y en la entraña creyente de su decisión que se forja orando más allá de sus miedos. Su última cena, en una secuencia magistral e inspirada, será una epifanía musical y silenciosa de su disponibilidad en primeros planos para creer en que Dios saca lo mejor de cada ser humano, de cada rostro. Su muerte, realizada como un presagio en elipsis, será una esperanza donde las víctimas y los verdugos, son reunidos por la blancura trascendente y infinita del Dios que sienta a la mesa, hoy vacía, a todos los hombres hermanos.

Lo interesante de la película en que nos coloca en la memoria y la herencia del sacrificio martirial de este grupo de monjes. Ante una tragedia en la que unos matan en nombre de Dios y otros mueren en nombre de Dios, el espectador tiene clara conciencia que plantea algo que le atañe. Le implica porque en medio del desastre, aparece una puerta abierta en que la humanidad puede encontrar un vínculo absoluto para sentarse a la misma mesa. Un vínculo más allá de lo humano, en lo divino a la vez que profundamente humano. Donde Dios y la experiencia de Dios pueden ofrecer futuro y esperanza en medio de las amenazas de la sociedad del riesgo.

Pero, y lo que también es una aportación bien próxima y personal, la historia rememorada se presenta como un verdadero camino de elección donde cada uno, aunque sea menos dramáticamente, nos sentimos enfrentados. Siempre hay motivos sensatos para abandonar, para conservar y para garantizar lo inmediato. Pero también motivos espirituales y razonables para esperar, entregarse y confiadamente seguir avanzando. Y esta elección sigue siendo ineludible y, en alguna manera, nos la encontramos cada mañana.

 

 

PELÍCULA: CARTAS A DIOS. Título original: Oscar et la dame rose. Dirección: Eric-Emmanuel Schmitt. Países: Francia, Bélgica y Canadá. Año: 2009. Duración: 105 min. Género: Drama. Interpretación: Michèle Laroque (Rose), Amir (Oscar), Amira Casar (Sra. Gommette), Mylène Demongeot (Lily), Max Von Sydow (Dr. Düsseldorf), (Víctor). Guion: Eric-Emmannuel Schmitt, basado en su novela “Oscar y la dama de rosa”.
¿Cómo presentar esta película? Lo hacemos desde la figura de su director clave para entender esta cinta. Eric Emmanuel Schmitt recibió en 2001 el Gran Premio de Teatro de la Academia Francesa por el conjunto de su obra, pero en España es conocido sobre todo por su novela «El señor Ibrahim y las flores del Corán» (que tiene como protagonistas a un abuelo musulmán y un adolescente judío, y de forma más explícitamente cristiana la obra que nos ocupa). Es un autor especialmente significativo por su itinerario espiritual. Como suele decir "soy un escritor de esperanza en un mundo desesperado". En 1998 tuvo una experiencia vital durante una expedición en el Sahara, allí se siente atraído por la vida de Jesús y las experiencias orantes de Dios.
¿Cuál ha sido su itinerario espiritual?
– Nací en una familia atea y anticlerical. A base de estudiar filosofía y de impartir filosofía en la universidad, me hice agnóstico. «¿Qué es Dios? No lo sé»: ésa era mi postura. Pero a los 29 años tuve una experiencia mística. Fui al Sáhara, tras las huellas de Charles de Foucault, entre Argelia y Níger, pensando en filmar acerca de él. Y me perdí en el desierto. Estuve solo 30 horas, sin comida ni bebida. Pensé que tendría miedo, pero no: me invadió la paz, la confianza... y la fe. «Si no me encuentran, moriré creyente, y si me encuentran, tendré que vivir creyente», pensé. ¡Mala noticia para un intelectual francés agnóstico como yo! Pero el guía tuareg me encontró, volví con la fe como un pequeño manantial secreto en mi corazón, y ahora es como un río. Leí los grandes textos de las religiones, empezando por lo más exótico: budismo, sufismo, judaísmo. Una noche, años después, leí por primera vez los cuatro evangelios. A mi noche mística, los evangelios le añadían el Amor en nuestras vidas. Seguí leyendo mucho, a favor y en contra del cristianismo, pero al final descubrí que yo era cristiano.
Ha dirigido y escrito el guion de la película de «Cartas a Dios» a partir del librito que escribió hace ya 10 años (Oscar et Mamie Rose) y que ha tenido gran éxito de público. Más aún, el libro se ha usado mucho en hospitales y asociaciones de apoyo a los enfermos, por su mirada a la vez lúcida y esperanzada
Es la historia de un niño de diez años herido de resurrección (y digo bien). Contada con emoción, hondura, humor y desbordante creatividad esta aventura nos habla de forma tan desnuda y profunda de Dios que terminamos por esperar en Él. La película nos cuenta los últimos días, tan concentrados como si fueran ciento diez años, de Oscar -Amir se llama el joven actor-, un niño enfermo de leucemia al que los médicos han desahuciado y los padres no saben como acompañar bloqueados por su dolor. Pero allí aparece la Dama Rosa -estupenda y elocuente Michèle Laroque-, cuyo color identificaba en Francia y en distintos países a las voluntarias en los hospitales, en este caso un tanto obligada, si quiere vender sus pizzas, por el preocupado y lúcido doctor Düsseldorf -interpretado con generosidad por Max von Sydow-. Su labor comienza por un acercamiento que lleva a una extraña propuesta, que todos los días escriba una carta a Dios pidiéndole un deseo. El pequeño confía en ella porque es la única que le ha hablado abiertamente de la muerte. Los días, o mejor dicho los años, pasan rápidamente pero Oscar aprende escribiendo a Dios lo esencial de la vida y de la muerte. Y la dama Rosa le acompaña como mediadora ante los otros pero sobre todo ante su propio corazón.
La simplicidad con que plantea las cuestiones esenciales sobre la vida y su sentido, sobre el dolor y la verdadera fortaleza, la hacen especialmente indicada para ser vista por los espectadores más jóvenes, especialmente de ESO y bachiller. A través de ella se afrontan tantos interrogantes callados que merecen una respuesta educativa, tantas veces silenciada. Por su parte, los adultos deberán reconocer que las mejores preguntas como las respuestas definitivas pasan por la simplicidad de los más pequeños.
– Niño con cáncer escribe a Dios. ¿Es tabú el cáncer o lo es Dios?
– Dostoyevski dijo que la enfermedad de un niño era una razón para no creer en Dios: no sólo hay dolor, sino el escándalo de una promesa de vida incumplida. Pero yo escribí mi historia para refutar a Dostoyevski: con 10 años, con 20, con 40... la enfermedad te quita la misma vida. Nuestra época vive la ilusión engañosa de que la vida se alarga, de que quizá venceremos a la muerte, y parece que enfermar o morir sean accidentes. Se silencia la realidad pero, a más silencio, más angustia. Has de ver la vida como es realmente, frágil y efímera, para amarla más.
A lo mejor entendemos mejor la fiesta que hoy celebramos, la de los Santos Inocentes